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Soplo de Vida

2014 @ Santurce es Ley 5. San Juan, Puerto Rico.

Esta fue nuestra primera participación protagónica en un festival de muralismo. Regresamos a Santurce es Ley en su 5ta edición, para pintar la pared principal del evento. Fue una gran oportunidad para nosotras, donde aprendimos mucho sobre las diferencias entre la pintura de estudio y el muralismo.

 

Para “Soplo de vida” publicamos este texto el 27 de septiembre de 2014.

 

Hoy: rutina, prisa, ruido, fatiga. Cada día se hace tanto, pero aun así debemos cuestionarnos el significado de lo que hacemos. Dedicamos tanto tiempo a estudiar, para trabajar, para tener. ¿Es eso lo que queremos o lo que nos han enseñado a querer? Debido a ello la vida puede llegar a sentirse como una carrera y al final de la misma nos damos cuenta de que el premio que veíamos en la llegada es solo un espejismo del inicio.  

 

La luz ha sido difractada por las partículas que suelta nuestra creación imperfecta. El ruido aplaca la oda de la naturaleza. Nos asfixia un mundo que hemos creado, pero no decidimos crear. Nacimos en una obra en proceso que debemos continuar. Entonces, nos topamos con nuestra existencia que se siente como un eco de la respiración en nuestro interior. Es el sonido errático de “aferrarse a la vida con cada inhalación y el miedo de exhalar en relajación. El hombre moderno respira desde el pecho.”—Devapath, (El mundo de la respiración energética de Osho). Se le ha enseñado —vagamente— que la respiración sucede en los pulmones, cuando allí solo ocurre un intercambio de oxígeno y dióxido de carbono. La respiración comprende desde el cerebro, alcanzando el extremo del capilar más remoto y todo un sistema palpita al unísono.  

 

La respiración nos da la certeza de que estamos vivos. Como seres humanos tenemos dos identidades. Por un lado, soy yo, el individuo, la unidad; porque en mi mente solo reina uno. Por otro lado, somos la humanidad, concesión por derecho de nacimiento y herencia. Entonces, ambas están ligadas y una responde a la otra. Al nacer en el siglo XXI tenemos mucho. Tanto nos enclaustra. Yacemos en una posición encogida, aislados y nos falta el aire. La corbata nos asfixia. Nuestras piernas pesan y pierden movilidad, se plantan cual se convirtiesen en una montaña. Nos sentimos atrapados, como si estuviésemos rodeados de agua salada de la cual no podemos beber y nos seca poco a poco.  Yacemos aislados y sofocados.

 

¿Por qué, entonces, continuamos? ¿Qué nos obliga? Algo inexplicable parece llenarnos. Es algo cuya metáfora comienza por lo que sucede en el útero de una madre. Algo que palpita en nosotros y en todo lo que se dice existir. Es algo que abarca el alma, el amor, la consciencia, la existencia y nuestra fuerza vital. Existen un sinnúmero de nombres que intentan sintetizarlo, pero uno de los más antiguos es el soplo de vida.  

 

Sería imposible asignarle un origen a tal concepto cuando el universo en sí mismo se siente respirar.  Entre su caos y su orden existe un puente, el tiempo.  ¿Cómo se mide algo tan abstracto y relativo? Se mide a través de cómo se completan sus ciclos (círculos). ¿Qué es la respiración sino un ciclo? ¿No son los ciclos grandes palpitaciones? ¿No son las palpitaciones regidas por la respiración? Entonces, podríamos decir que el universo se rige y se enlaza (flor) por la respiración.

 

La respiración es el segundero de nuestro reloj. Inconscientemente, los humanos la ignoramos con facilidad y dejamos diluir su importancia. Sin embargo, está allí.  La respiración es el sonido de la vida, la existencia y el universo.

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