Este muro vio a Moriviví nacer. Es el primer mural de la colectiva, creado por 8 compañeras de clase. Fue realizado y completado porque le teníamos muchísimas ganas y tesón.  Hicimos todas las gestiones necesarias, desde obtener el espacio hasta conseguir todos los materiales para poder pintarlo.

 

Curiosamente, es una de nuestras pocas piezas donde la figura principal es masculina. Se presenta un hombre fragmentado, intenta salir de un espacio que lo atrapa. Con el corazón fuera de su pecho, vomita mariposas monarcas que terminan adornando el entorno y el sujeto de la pieza. En el momento de su realización no preparamos escritos descriptivos, por lo que solo nos queda la memoria. Recordamos que era una pieza existencialista, donde cuestionamos el ser en la rutina y el quehacer.  

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Diez años después percibimos nuevas lecturas. Bajo un lente feminista maduro, podemos ver un discurso sobre la sensibilidad y la masculinidad. El patriarcado, no solo oprime a las personas que no sean cis hetero masculinas, sino que reprime la vulnerabilidad y la sensibilidad en los niños y hombres. Ahora miramos esa figura y eso es lo que vemos, articulado visualmente, antes de que lo pudiéramos articular en palabras.